Llantos, gritos y amores incondicionales, denominados por muchos como histeria, son las características de la relación de algunas teenagers con sus ídolos. Pero, ¿qué pasa con ese fanatismo cuando ya no es propiedad exclusiva de las adolescentes? ¿Es un signo de inmadurez pasar los 25 y seguir a tu ídolo a sol y a sombra? Un intento de entender esta idolatría desde el punto de vista de dos generaciones: las seguidoras de los Backstreet Boys, y las de Sandro.
Guardar el chicle de su ídolo, como si fuera el tesoro más preciado del mundo; esperar horas y horas en la puerta de un hotel sólo para ver su sombra; acampar días en la entrada de un estadio para ocupar el lugar de privilegio en el show; sostener un cartel en la autopista en un día de lluvia solo para despedir a sus cantantes favoritos; ahorrar dinero, fortuna y no tanto, para invertirlo en fotos, revistas, figuritas y demás; acumular millas en viajes y gastar unos 10.000 dólares para presenciar sus conciertos y pruebas de sonidos; esas y muchas cosas más son capaces de hacer las “teenagers” por sus ídolos. Y no sólo las adolescentes. Muchas cuando crecen siguen con su idolatría intacta, pese a que ya no tienen 15 años.
Gabriela (25 años), Debora Delgado (27), Myriam Iglesias (30) y Denise De Girolamo (25) son las integrantes más emblemáticas del Fan’s Club Oficial de Backstreet Boys en Argentina y orgullosas admiten su fanatismo en la etapa de adultez, pero marcan la diferencia entre ellas y las jovencitas. “Otra persona vería mi admiración por BSB como un signo de inmadurez, pero yo sigo estudiando, trabajando, ahorrando plata para seguir viajando. Mi vida no ronda alrededor de ellos, como cuando era chica. Además nunca fui de gritar histérica cuando los veía, ni antes ni ahora”, confiesa Gabriela, mientras que Myriam agrega entre risas: “Yo soy inmadura y me encanta ser inmadura. En realidad, cada uno tiene su signo de inmadurez con algo. Creo que nosotras ya maduramos, pero también está bueno ser chiquito para siempre en algo”.
“Nuestra relación empezó por el Fan’s Club por el gusto en común por una banda, pero ahora somos muy buenas amigas, es otro nivel, va mucho más allá de los BSB”, explica Denise, al tiempo que Debora sentencia: “Es un signo que pone la sociedad porque yo soy inmadura porque me gustan los BSB, pero si me gustaran los Rolling Stones eso no se discutiría”.
Quiero llenarme de ti
Mabel Armentía es la fanática más ferviente que tiene Roberto Sánchez, o sea Sandro de América. Comenzó su admiración a los 11 años cuando vio al “Gitano” en la pantalla grande interpretando “Quiero llenarme de ti” y hoy, cuatro décadas después, sigue con su fidelidad intacta al punto que el ídolo la llama en sus cumpleaños para saludarla. ¿Ella es mucho más inmadura que las jovencitas? “Me han dicho tantas cosas en mi vida que ya ni me acuerdo, seguro que me lo habrán dicho. Si admiras a un artista porque es bueno, ¿qué tiene que ver eso con la madurez? Uno no se queda con que va a revolear la bombacha, tu vida la seguís adelante porque vos vas creciendo y tu ídolo también. Yo creo que no soy inmadura, pero habrá que preguntarle a un psicólogo”, responde orgullosa quien el título de fan número uno.
Y hacía allá fue La Otra Realidad. Mabel Sgrilletti es psicóloga social y mediadora, y con su opinión les da la derecha a todas las fanáticas, más allá de la edad que indique su documento de identidad. “Todos somos fanáticos de algo, sin distinción de edades, situación económica, social o cultural. Esto no significa nada malo, sino que sólo puede llegar a perjudicar a la persona en situaciones en las que su fanatismo las lleva a extremos peligrosos para ella”, explica Sgrilletti y recuerda el caso de la chica venezolana que se tiró de la tribuna de un estadio de fútbol para tocar a Leonel Messi cuando se dirigía a los vestuarios en la Copa América de 2007.
Así pasan los años
A pesar de que estas fanáticas son de diferentes generaciones, todas comparten ciertos parámetros en general que las identifican entre sí, más allá de las diferencias entre sus idolatrados, y las separan ampliamente de la nueva camada de seguidoras que hoy deliran por los Jonas Brothers o los argentinos Teen Angels. Las fans postmodernas están favorecidas por el avance tecnológico, el acceso a internet y la creación de las redes sociales (como facebook o twitter) que las acercan mucho más a sus ídolos.
Las de las década del ’90 encontraron en la Plaza San Martín el punto de reunión de todos los fan’s club, donde sus integrantes vendían y compraban el material que les sobraba de los otros artistas. Tres de las cuatro BSB’s fans se conocieron en ese sitio de Retiro y ese fue el puntapié inicial para crear el Club. “En ese momento teníamos tiempo y podíamos encargarnos de nuestras funciones como integrantes del Club: ayudar en la difusión del artista, enviar votos a las radios y canales de TV. También tuvimos que contactarnos con fanáticas de otros países”, específica Gabriela y Debora aclara: “Ahora el concepto de presidenta, vice, tesorera y secretaría quedó de lado. No tenemos esa estructura porque les damos el espacio a las nuevas integrantes y nos repartimos las tareas, aunque cuando tenemos que hablar con la discográfica vamos nosotras porque somos a las que más conocen”.
Aquellas que ya pasaron las cuatro décadas, y algunas más también, tuvieron la ventaja de no congregar tanta cantidad de socias en los Fan’s Club que le permitían un contacto más directo con el ídolo en cuestión. Sin embargo, en aquella época tenían las mismas características que diez años atrás, pero con un compromiso social adicional. “Yo me asocié en el año 1978, y además de seguir a Sandro, hacíamos donaciones a asilos, hospitales. Después se fue complicando por la situación económica y no podíamos tanto. En la actualidad, las integrantes nos seguimos reuniendo todos los meses”, agrega Mabel.
Desde el aspecto psicológico, la doctora Sgrilletti explica que “el pertenecer a un club de fans le da al fanático una localización y un punto de apoyo en el espacio externo”. Y estos son los motivos: “este fanatismo se integra bien con el mundo de estas personas: nunca se siente aislado ni extraño, pues siempre puede recurrir a algún par de su grupo para relacionarse, ya que obtiene identidad e integración, reforzando el fanatismo”.
Dónde jugarán las niñas
Como ya no son unas niñas, las fanáticas que ya dejaron la escuela secundaria hace rato lograron enfocar su vida, sin dejar su fanatismo, pero sin que éste le permitiera estancarse en una eterna adolescencia.
“Cuando yo empecé a ser fanática de Sandro no imaginaba serlo durante toda mi vida. El fanatismo lo viví como algo normal que me acompañó en las etapas de crecimiento, en los distintos momentos de mi vida”, relata Mabel, y enumera: “Estudié, tuve trabajos buenos, malos, estuve desocupada, tuve unos cuantos novios, me casé. Es un mito que las fans sólo vivimos para nuestro ídolo”.
En la actualidad, y desde hace un tiempo, las “Backstreet’s Girls” además de ser fanáticas y cumplir con esas tareas, fundamentalmente desarrollan sus actividades de la vida cotidiana. Gabriela y Myriam son hoteleras, Denise espera serlo cuando termine sus estudios de esa carrera, mientras trabaja en una empresa telefónica; y Debora es estudiante del profesorado del nivel inicial. Pese a que todas tienen sus sueños personales más allá de los Backstreet Boys, aún deben ratificarlo una y otra vez ante sus familias que todavía cuestionan sus fanatismos. Al unísono coinciden que, a pesar del reclamo de sus padres, son ellas mismas las que mantienen sus gastos y las que establecen conscientemente la distancia entre el artista y el fanático. “Ellos no son parte de mi familia”, afirman las chicas.
Amigos son los amigos
Aunque no haya parentesco con los ídolos, los fans siempre generan un vínculo de cariño con ellos afectándoles los acontecimientos positivos y negativos en sus vidas personales. Los ven como si fueran sus amigos y, como tales, les repercuten pesares y alegrías, sin que ello implique llevarlas al borde del éxtasis o de la depresión.
“Nosotras ya bajamos a los BSB del pedestal de ídolo a persona, son seres humanos como todos. Internet te da la posibilidad de contactarte con ellos y manifestarles tu apoyo ante las situaciones difíciles que vivieron, para que sea un incentivo saber cuántas personas quieren que estén bien, como felicitarlos ante los momentos felices”, confiesa Debora que como fan de los estadounidenses pasó operaciones, casamientos, nacimientos, adicciones y rehabilitaciones.
En ese aspecto, “las nenas de Sandro” tiene también experiencia: ellas vivieron sus amoríos y ahora les toca pasar junto al ídolo su delicado estado de salud. “Este momento lo vivimos con mucha preocupación, con angustia, pero somos conscientes que no podemos hacer nada, ojala pudiera hacer algo”, admite Mabel y revela: “cuando hablé con él la última vez, lo único que le pude ofrecer es mi sangre, ya que tengo el factor cero por si se necesita en el momento de la operación. Pero más que acompañarlo, estar cerca, rezar y pedir para que todo se solucione, no podemos hacer”.
“Yo lo único que quiero, no como fanática sino como persona, es que pronto pueda ser operado y que esté recuperándose. Ya no me importa si Sandro no vuelve a cantar”, admite con sinceridad.
En la definición psicológica de fanatismo se hace la equivalencia a la “pasión exacerbada e irracional hacía algo o hacía alguien”. Y cuando se habla de “pasión” es ineludible hablar de amor, de fantasías y de casamientos. ¿Éstas fans seguirán deseando casarse con sus ídolos?
En este aspecto, la única que reconoció que en su cuento de hadas estaba escrito el matrimonio con su admirado fue Debora: “Yo cuando era chica soñaba que estaba casada con Kevin Richardson (integrante de los BSB hasta el año 2006), me recortaba a mí y la pegaba junto a su imagen”. Sus compañeras estallaron de la risa.
Te tiraré del altar
La sandróloga Mabel jura que nunca soñó con llegar al altar de la mano del “Gitano”, pero también aclara que: “si él me ofrecía algo, yo agarraba”.
“En nuestra cultura occidental nos sorprendemos de lo que a veces el fanatismo puede llegar a producir, como los seguidores a muerte” expresa Sgrilletti y el asesinato de John Lennon por su fanático Mark Chapman es el fiel reflejo. Hasta el momento, por supuesto que estas fanáticas no llegaron a ese extremo. Sin embargo, y pese a que las cinco se separan de “las locas histéricas que gritan y tiran bombachas y corpiños”, tampoco son tan santitas y tienen en su haber varias locuras que las identifican como “locas fanáticas”.
En ese aspecto, la más osada y jugada fue Gabriela que viajó hasta Alemania en 2008 para ver el concierto de Backstreet Boys “Unbreakable Tour” en tierras germanas. “Lo más loco que hice por seguirlos a ellos es gastar mucho dinero, no sé cuánto, pero mínimo diez mil dólares. Tengo un museo en mi casa. A mí me encanta viajar, y si bien el objetivo era ir a ver a los BSB, también aprovechaba para recorrer y conocer. Así me fui a Europa y voy a volver porque quedé fascinada”, revela todavía con brillo en los ojos. Claro, que semejante recorrido tuvo su recompensa: “La primera vez estaba muy nerviosa y lloré de la emoción de estar enfrente de ese ídolo que veía en la tele cuando tenía 15 años y que era muy lejano. Fue muy grato porque pude hablar con ellos y darme cuenta que además de buenos artistas, también son buenas personas. Después fui a otro recital y que el tipo te vea y te salude con la mano, es increíble eso”.
Myriam también tuvo su experiencia europea con los “boys”, pero con algunas diferencias. Ella estaba trabajando en Inglaterra y cuando se enteró que sus ídolos se presentarían en Londres no dudo en viajar hacía allí para asistir al concierto. “El día del recital fui a la puerta del hotel sin esperanzas porque, en realidad no tenes expectativas que salgan, y sin embargo vi salir a AJ (Alexander McLean). Aunque no pude sacarme fotos, me dio la mano y me saludó. Fue increíble, aunque tuve a Nick Carter al lado y de la emoción no lo pude reconocer”, describe entre risas.
Por su parte, Mabel tiene mil anécdotas con el Gitano luego de 40 años de fidelidad incondicional, al punto que él la llama año a año para saludarla por su cumpleaños.
“Eso es espectacular, es tan lindo, tan emocionante. Uno piensa que una persona así de importante como Sandro no está pensando en sus fanáticas, menos ahora con todos los problemas de salud que tiene, y sin embargo también lo ha hecho”, recuerda Mabel.
Cualquiera podría decir que ese detalle es propio de los amigos, pero ella no lo considera de esa manera: “Decir amistad a mi relación con Roberto sería mucho, pero lo conocí en 1978. Lo seguíamos siempre a todos lados, así conocí muchos lugares gracias a seguirlo a él. Sandro siempre me trató muy bien, me tuvo mucho afecto, no sé, le habré caído simpática”.
“El admirador piensa y siente con el admirado, ama y odia con él, quiere y actúa en sintonía con él, todo lo que en el mundo salga de esa horma, es insignificante”, cierra Sgrilletti. Como se ve, es una horma resistente.
Publicada en la revista “La Otra Realidad”
Ejemplar Nº 14 – junio de 2009