No me trates

La trata de personas es uno de los negocios ilícitos más importantes del mundo, ya casi al nivel del de las armas y las drogas. Argentina no es la excepción: prostitución y trabajo esclavo son sus dos formas más comunes. Denuncian que sólo en Buenos Aires 13 chicos son raptados por día.

“Por trata de personas se extenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida, o la recepción de personas recurriendo al uso de la fuerza u otras formas de coacción, el rapto, el fraude, el engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios de obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra para propósitos de explotación. Esa explotación incluirá como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”. Esta es la definición sobre trata de personas que realizó el protocolo de Palermo, documento al que están adheridos Argentina y la mayoría de los países del mundo.
Según los números que maneja la Organización de las Naciones Unidas, la trata de personas es el tercer negocio ilícito en el mundo y ya el año que viene ocupará el primer puesto del ranking.
Argentina también está inmersa dentro de los negocios de la trata en todas sus formas. Aunque aún es un tema del que se habla poco y nada, se sabe de un mercado negro de órganos para satisfacer la necesidad de los trasplantes clandestinos. También del secuestro de mujeres para el negocio de la prostitución, y del engaño a inmigrantes de países vecinos que terminan como trabajadores esclavos.
Pero en la actualidad el problema no forma parte de la agenda de los medios de comunicación, por ende, poco es investigado por la justicia y demás órganos responsables. Los reclamos de las organizaciones sociales son -integrados mayoritariamente por familiares de personas que han sido secuestradas o desaparecidas para ser esclavizadas– que buscan frenar la trata se centran en dos puntos: que se cree un registro público de mujeres y niños desparecidos; y que toda denuncia de desaparición se considere como un posible caso de trata de personas. Hasta ahora, no obtuvieron respuestas.

Trabajo esclavo

La esclavitud laboral es otra de las formas de la trata. La Ciudad y Provincia de Buenos Aires son centros de recepción de inmigrantes provenientes de Bolivia, Perú y Paraguay en busca de trabajo que se les ofrece desde estos sitios.
El problema es que esta posibilidad se asemeja más a la esclavitud que a las condiciones laborales aprobadas por tratados internacionales, leyes y demás reglamentos. Mano de obra barata y vivir hacinados no son motivos suficientes para no aceptar la propuesta, ya que esos pesos argentinos les permiten ahorrar una parte y enviar la otra a sus lugares de origen.
“En un principio no fue fácil plantear la existencia de la explotación laboral en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Empezamos a actuar en esto a partir de la denuncia de los vecinos que escuchaban ruidos molestos en un taller cercano. Con el objetivo de satisfacer ese reclamo, fue que se descubrieron los primeros talleres clandestinos en 2005”, revela la titular de ese organismo, la doctora Alicia Pierini.
Pierini explica: “Luego de esa primera denuncia se abrieron nuevos caminos y se pudo entender el contexto de la situación. Reclutaban a las víctimas por una radio que se escucha mucho en las villas y además de darles trabajo, les prometían casa y comida”.
En tanto, Mercedes Assorati, coordinadora del Programa de Esclavitud Cero de la Fundación El Otro, sostiene que en Argentina “hay más explotación laboral que sexual, pero que como los damnificados no se reconocen como víctimas, hay menos denuncias para desbaratar esas redes”.

Secuestros y prostitución

La trata de blancas, como se conoce en el mundo, siempre estuvo vinculada al secuestro de mujeres, adolescentes y niños que son obligados a ejercer la prostitución. En muchos casos, se convoca a las victimas con la promesa de trabajo, casa y comida; en otras ocasiones con llevarlas a la fama mediante el modelaje y la actuación. El resto de los raptados son tomados al azar.
En Argentina, el tema tomó relevancia a partir de la lucha de Susana Trimarco. El 3 de abril de 2002 su vida cambió para siempre luego de que su hija, María de los Ángeles Verón, desapareció cuando iba a realizarse estudios ginecológicos. Susana no se conformó con las versiones policiales, buscó por cielo y tierra para encontrar a su hija. Aún no lo logró, pero sí consiguió rescatar 159 chicas e involucrar a 426 tratantes nacionales en el juicio que se realizará por la desaparición de su hija antes de fin de año. ¿Cómo llegó a eso? Investigando, ingresando en las whiskerias y burdeles y hasta vistiéndose de prostituta para seguir el rastro de su hija. Debido a la red infinita que tiene este negocio, Susana siempre llegó tarde a cada uno de los lugares en los que estaba Marita.
Susana no está exenta del dolor por la ausencia de su hija porque al mismo tiempo que se fue transformando en un peligro para la red de trata en Argentina, también debió soportar la desilusión por no encontrar en cada uno de los operativos, la angustia ante cada una de las exhumaciones de cuerpos y las constantes amenazas.
“Me han llamado y mandado mensajes de texto diciendo que me iban a matar, que no iba a llegar al juicio, que mi hija estaba muerta y hasta que con el dinero que ella les dejaba cada día les bastaba para pagarles a los jueces y que nunca se haga el juicio. Sin embargo, seguí luchando y antes de fin de año comenzará el juicio oral y público por la desaparición de Marita”, cuenta Susana.
La mujer creó la Fundación María de los Ángeles destinada a la asistencia integral de las víctimas de la trata. En la actualidad, 367 chicas forman parte de este programa.
Por otra parte, la historia de Marita y Susana fue inspiradora de la novela televisiva Vidas Robadas. Gracias a la emisión de la tira, muchos cambios se produjeron con relación a este tema. No sólo la sociedad tomó conocimiento y conciencia de esta temática, sino que también aumentaron los allanamientos en prostíbulos y whiskerias, creció el número de personas rescatadas y también el de los tratantes y proxenetas excarcelados.

Una ley a medias

En nuestro país, en abril de 2008 se promulgó la ley 26364 contra la Trata de Personas. Sin embargo, la norma tiene sus errores, como establecer que las victimas mayores de edad tienen que demostrar que fueron tomadas y obligadas a ejercer la prostitución y a vivir en esas condiciones inhumanas. “Yo quería sacar la ley perfecta, pero reconozco que tiene irregularidades: cuando una mujer hace la denuncia tiene que demostrar que no hubo consentimiento. Esto no se le puede pedir a la víctima”, admite la diputada nacional Cynthia Hotton.
A su vez la legisladora que representa a la Ciudad de Buenos Aires por el PRO explica los inconvenientes que tuvieron en el Congreso en el momento del debate de esta ley. “Costó mucho la participación de los hombres en los debates y reuniones”, afirma.
La también diputada nacional Fernanda Gil Lozano (Coalición Cívica) considera que esta negativa se debe a que “la sociedad argentina fue criada con la concepción que la mujer nace para ser violada por lo menos una vez en su vida, por eso la negación ante la problemática”, y amplía las deficiencias de la ley vigente: “la norma no tiene programa de prevención y contención para las víctimas”.
Ambas legisladoras confirman la existencia de una gran cantidad de lobbies y trabas burocráticas y judiciales para desenmarañar esta red de trata en la que están involucrados políticos, jueces y policías. “Una mujer capturada cuesta entre 100 y 500 pesos, pero su explotación sexual hace que el proxeneta obtenga 13000 dólares anuales por chica y cada uno de ellos tiene 30 en su poder, lo que sus ganancias ascienden a 400000 dólares por año”, explica Hotton.
Como en todo negocio, hay oferta porque existe la demanda. Argentina es uno de los países turísticos con un tour de sexo y prostitución incluidos en sus atractivos. Pero eso no es sólo para los visitantes; los argentinos son protagonistas de este mercado en el que muchas de las prostitutas no lo hacen por voluntad propia, sino obligadas por una red de trata. Sin embargo, nadie está exento de ser también víctima, ya sea de manera directa o indirecta. ¿Acaso “los consumidores de sexo” no tienen hijos, sobrinos y parientes? Alberto Ilief, miembro de la Coalición Argentina contra la Trata y Tráfico de Personas, indica que las redes de trata “solamente en Buenos Aires, atrapan a 13 chicos por día de 8 a 17 años”.
Sin dudas que este no es un negocio “Made in Argentina”, sino que nuestro país es una de las tantas sucursales globales. Pero más allá de los dividendos económicos, y de los avales políticos, judiciales y policiales que la permiten, hay maneras de erradicar esta aberración a los derechos humanos. Una de ellas es la implementación de políticas de Estado firmes para desbaratar las redes. Otra es la toma de conciencia general sobre esta situación y entender que nadie está exento de ser una víctima de la trata de personas.

Publicada en la revista "La Otra Realidad"
Ejemplar Nº 15 - julio de 2009